Castillo de sueños

Un espacio donde dejar la mente soñar

Buenas, esta historia la estoy escribiendo ahora, y el titulo es provisional. Esta primera parte no es ni el prologo ni el  primer capitulo. Podríamos decir que va antes del prologo. Espero disfruten con la lectura ^w^

Hace mucho, mucho tiempo, cuando solo existía la luz y la oscuridad, estos se unieron para formar un mundo. Lo llamaron Uthram. Yrutham, dios de la oscuridad, y Katja, diosa de la luz. Ambos hicieron un acuerdo para mantener el orden en su mundo, velarían por el bien de todas las criaturas que vivían en el. Durante millones de años observaron la evolución de los seres que vivían en el. Plantas, animales, humanos y… demonios. Estos últimos amenazaban el orden que ellos anhelaban, pero Yrutham le decía a Katja que los dejaran vivir. En varias ocasiones, los dos dioses, Yrutham obligado por Katja, habían bajado al mundo a ayudar a los humanos exterminando algún demonio. Los humanos agradecidos les rezaban cada noche, pero a Yrutham poco le importaba la gratitud de los humanos, los consideraba demasiado inferiores. Solían discutir viendo como los demonios mataban a los otros residentes sin el menor temor, y cuando observaban a los malhechores, Katja podía ver el brillo de los ojos de Yrutham.

Tras un tiempo pensando en que hacer, Katja decidió que era hora de terminar con el mal de Uthram, así se lo dijo a Yrutham, y este se negó completamente. Creía que los demonios eran una salvación para el mundo que los humanos empezaban a corromper. En ese instante, Katja decidió romper el acuerdo que formaron en su día. Así, los dos dioses empezaron una guerra. Los cielos retumbaron en truenos y rayos, los mares se embravecían y olas arrasaban las costas, las montañas lloraban lava, la tierra temblaba, los animales asustados iban de un lugar a otro, y los humanos solo podían contemplar como sucedía todo. Tras siete días de locura, el mundo se tranquilizó, y todo volvió a estar en calma.

Katja, había desterrado a Yrutham al infierno, pero había pagado un precio alto. La batalla la había dejado muy debilitada, y para poder sobrevivir, se refugio en el cuerpo de una mortal. Apenas podía mantenerse de pie y termino cayendo rendida al suelo. Por un momento creyó que iba a perecer allí, pero una voz se le acercó. No pudo hacer nada ni decir nada, cerró sus ojos y se dejó a la inconsciencia. Cuando abrió los ojos, se encontró dentro de una cabaña. Veía las llamas de una lumbre iluminar la estancia y notaba el calor. Intento incorporarse pero sintió su cuerpo adolorido y desistió de la tarea. Alguien a su lado le hablo, y volvió la vista para observar. Era una chica de unos 19 años, alta, y con constitución fuerte. La chica la cuido hasta que pudo moverse y luego paso un tiempo ayudándola, en gratitud a haberle salvado. Durante ese tiempo, viajeros pasaron por la cabaña y contaban los desastres de los “siete días de oscuridad”, y Katja miraba el suelo cuando lo comentaban.

Notaba sus poderes mermados, y así no podría volver a Tasthyr, la residencia de los dioses. Tras unos días pensativa, decidió viajar por el mundo, para observar las consecuencias de su batalla con Yrutham. La chica que la salvó, le dijo que la acompañaría, que nada la ataba a estar en aquella cabaña, y que poder ayudar a la diosa Katja seria un honor. Katja, sorprendida, le pregunto como sabía quien era. Aeryn le dijo que podía ver un aura de luz a su alrededor. Katja se rió sonoramente y acepto la compañía de la joven y ambas emprendieron un viaje alrededor de Uthram.

Durante el periplo, observaron ciudades destrozadas, campos arrasados por la lava, cosechas arruinadas por las aguas, árboles calcinados por rayos, tierras separadas por los terremotos, y demonios, muchos de ellos. Katja no tenia poder para combatirlos, pero su compañera era diestra con la espada y la protegía. Así, derrotaron a todos los que se cruzaron en su camino, pero no era bastante, ellos seguían apareciendo, dado que la Thastak, la barrera entre el infierno y Uthram, era nula, porque Katja no podía levantarla.

Poco a poco, Katja notaba como su poder regresaba a ella, y llego el momento de volver a Tasthyr. Se despidió de la persona que la salvó, pero antes le concedió poderes de la luz, así le demostró su gratitud. Abandono el cuerpo mortal y emprendió el camino a Tasthyr. De mientras, pensó en que tardaría muchos años en volver a ser tan poderosa como era, y ella sola no se veía capaz de controlar el mundo entero. Decidió que necesitaría a alguien a su lado. Pensó en la chica que la salvo, pero desistió, no quería tener que matar a nadie para conseguir compañía. Miro al cielo y vio como un alma se dirigía a el. Sin pensarlo dos veces, Katja agarró el alma y la interrogó. Esta le contó que era un guerrero que había muerto luchando por lo que creía cuando los dioses les habían abandonado. Mantuvieron una breve conversación y Katja le dijo quien era y que pretendía hacer. Jhavie, el alma, acepto ayudarla sin pensarlo. Así, Katja le convirtió en un dios y los dos se marcharon al Tasthyr.

Al igual que Katja, Yrutham había quedado mal herido tras la batalla y confinado en el infierno. Poco a poco se recupero de sus heridas, y se hizo con el control del inframundo. Legiones de demonios, de todos los tamaños y formas, obedecían sus órdenes y esperaban para poder arribar en Uthram. Pero Yrutham sabía que Thastak seguía allí, y que Katja la estaba fortificando de nuevo. También sabia que tras la primera guerra (así llamaron los humanos a la batalla de Katja contra Yrutham) los humanos habían hecho un nuevo orden en el mundo, con el fin de poder combatir el mal de su mundo. Queriendo saber más del nuevo Uthram, así que mandó varios demonios a explorar. Salvo uno, todos murieron intentando atravesar Thastak. El demonio estaba ligando en mente con Yrutham, y todo lo que veía se trasmitía a este, así, podía observar sin estar en el mundo y sin correr ningún riesgo.

Escondido en las sombras, fue explorando el mundo, aprendiendo todo lo que podía acerca de los humanos. Jhavie y Katja se dieron cuenta del problema y decidieron erradicarlo, pero antes de que pudieran, los humanos descubrieron al demonio, y le dieron caza. Durante la pelea, falleció una sola persona, Zadkiel, el creador del nuevo orden. Había protegido a sus compañeros de uno de los ataques del ser y le había puesto fin a su vida. Jhavie le observo y le pidió a Katja que le hiciera parte de ellos. Katja concedió el deseo de su amigo y Zadkiel se unió gustoso a ellos.

Desde el inframundo, Yrutham vio como su vasallo había perecido. Ahora, Thastak seria más difícil de cruzar, ni el ni los demonios podrían hacerlo sin sacrificios. Cogió a unos cuantos de demonios y los hizo cruzar Thastak. Les había ordenado que encontraran un bebé recién nacido y se lo llevaran inmediatamente. Aun viendo las intenciones de Yrutham, Katja no pudo hacer nada y se llevaron al pequeño hacia el inframundo. Allí, Yrutham experimentó con él, imbuyéndolo en las fuerzas de la naturaleza. Tras varios experimentos fallidos, mandó a Yami, su mano derecha, abandonarlo a su suerte en el Plennio, el camino del cielo al infierno. Katja se compadeció de él y lo recogió de allí para llevarlo a Tasthyr, donde conforme fue creciendo, Katja, Jhavie y Zadkiel le enseñaron a usar el poder que le había dado Yrutham al experimentar con el, y pasado un tiempo, se convierto en un dios, y se nombre a si mismo Eihze.

Katja, sospechaba de las intenciones de Yrutham. Imitando sus pasos, quería crear dioses, por eso había experimentado con la pobre criatura. Pero Yrutham no tenía el poder de crear, solo destruir. Zadkiel le dijo a Katja la posibilidad de abandonar Tasthyr y bajar a Uthram. Katja sopeso la posibilidad, y creyendo lo mejor, decidió que bajarían a detener a Yrutham, quien con lo codicioso que era no pararía hasta lograr su objetivo. Así, bajaron a un templo que había construido en una montaña a aguardar algún movimiento de Yrutham. Los humanos vieron que los dioses habían bajado a prestarles su ayuda, y muchos se acercaban buscando su bendición. Otros, les expresaban sus problemas, pero los dioses solo podían observar.

Pasado un tiempo, Thastak cayó, y Katja no se explicaba como había sucedido, aunque tenía una sospecha. Yrutham había recuperado todo su esplendor. Con esa duda en mente, salio del templo y observo el cielo. Se veía rojo, y vio como hordas de demonios bajaban de las nubes a Uthram. Se volvió para mirar al templo y observo como Zadkiel, Jhavie y Eihze salían del edificio y con una mirada le dijeron que la apoyaban. Los tres salieron a combatir a los seres infernales mientras Katja se dedicaba a buscar a su opuesto.

Lo halló en una isla algo alejada de la tierra. Tenía en sus manos un cuerpo humano. Katja temió que hubiera segado alguna vida más, pero cuando se fijo un poco más, vio que el cuerpo que sostenía era la chica que le había salvado la vida. Miro furiosa a su “hermano” que le dijo: “Tasthyr ya no existe”. Katja le miro sin comprender del todo. “Tasthyr era la unión de tu poder y el mío, sin una de las dos partes no existe. Tú puedes crear, yo solo destruir. Dos caras de la misma moneda. Por eso, todo lo que tu crees, yo lo destruiré.” Tras estas palabras, intentó huir pero Katja fue más rápida. Una ardua batalla comenzó entonces. Luz contra oscuridad, el mundo se estremecía con cada golpe.

La batalla estaba igualada, pero Yrutham tenía una pequeña ventaja, Katja no quería golpear a la chica que él tenia agarrada. Tras un rato de batalla, Katja estaba herida e Yrutham no perdió el tiempo. Dejando a un lado el cuerpo que cargaba, se abalanzó hacia Katja deseando sentirse superior. Así, Katja lo único que podía hacer era defenderse. Zadkiel, Jhavie y Eihze habían terminado con los demonios y se acercaron a ayudar a Katja, pero al llegar a donde se desarrollaba la batalla, observaron como Katja, derrotada, estaba de rodillas recuperando el aliento mientras Yrutham se acercaba peligrosamente hacia ella blandiendo un filo negro en sus manos. Empezaron a correr hacia ellos pero Yami se interpuso en su camino, y entre los cuatro se creo una confrontación.

Yrutham quedo quieto delante de Katja, mirándola, y ella le devolvía la mirada desafiante. Triunfante, alzo el filo contra Katja, pero una espada reluciente paró su filo y repelió su ataque. Con ira, Yrutham observó como la chica que había intentado llevarse ayudaba a Katja. Manteniendo el filo entre ellas e Yrutham, tendió la mano a Katja, quien la acepto, y sintió como lo que una vez regaló, volvía hacia ella. “No lo necesito” le dijo y volvió la mano a la espada. Bastó una mirada para que se entendieran y las dos se abalanzaron contra Yrutham. Luchando codo con codo, la batalla se estaba inclinando a su favor. En un último ataque simultaneo, Yrutham agarró a la humana con un conjuro, pero esta le lanzó su espada a Katja, quien la hundió en el pecho de su “hermano”.

Recuperando el aliento, las dos observaron como Yrutham se desvanecía. Oyeron cada maldición e improperio que les decía, hasta que solo quedo el recuerdo en su mente. Yami, al ver a su señor derrotado, huyó hacia el inframundo, desde donde juró venganza.

Katja, había conseguido derrotar a Yrutham, pero ahora no tenia casa a la que volver. Así, decidió que se quedaría en la tierra, en el templo de la montaña, al cual bautizó como Templo de Vlisthak. Los dioses junto con la chica que ayudo a Katja, hicieron un pacto. No se entrometerían entre los demonios y los humanos, si no prestarían su fuerza  a los humanos y ellos serian sus guías. Katja, daría su poder a Paladines y Sacerdotes. Eihze, guiaría a los Hechiceros. Zadkiel seria el maestro de los Caballeros. Y Jhavie, daría ejemplo a Exploradores, Asesinos y Mercenarios.

Así, Aeryn Thyerin, quien ayudó a Katja, fue bendecida de nuevo por esta y se convirtió en la primera Paladina. Aeryn marchó del templo dispuesta a ayudar todo lo que pudiera y fundo la Fortaleza de Thyerin, donde los próximos bendecidos como ella se podrían reunir y aprender a usar su don.

Jhavie, creo en la ladera de una montaña un gremio para que los suyos se pudieran reunir y ayudarse mutuamente. Zadkiel, creó cerca del mar un castillo que serviría de hogar a los caballeros cuando fueran dignos de tal nombre. Eihze, se adentro en los bosques y de un árbol creo una torre, donde los hechiceros jóvenes podrían acudir a pedir ayuda a los mayores. Katja se sentía satisfecha con lo que Aeryn había hecho, y no hizo nada más que observar como sus hermanos se preocupaban por los alumnos.

Así, los cuatro dioses se quedaron observando en Vlisthak y esperando, por si alguna amenaza demasiado grande volvía a asolar Uthram.

Espero comentarios, si no, Suzumiya Haruhi vendrá y te castigara

1 Response so far.

  1. Muy muy muy muy muy muy interesante :D

    Enhorabuena!^^

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